Cubierta de la Clocktower Gallery. María F. Carrascal Pérez. Octubre, 2013. |
El veintitrés de noviembre de este año 2013 fue la clausura de la Clocktower Gallery, el ultimo superviviente de los denominados espacios alternativos para el arte creados en la década de los setenta en el Bajo Manhattan. La forma en la que accedimos a esta galería es un buen ejemplo de la condición anónima de estos espacios: entramos por una puerta sin nombre en un edificio de oficinas de la Calle Leonard, subimos a la planta doceava donde una escalera conducía a un pasillo con puertas a pequeños estudios, encontramos la sala principal al fondo y, sobre ella, otra habitación que sustentaba el mecanismo del reloj y daba acceso a la cubierta.
La Torre del Reloj fue fundada por Alana
Heiss en 1973, como una de las sedes del Institute
for Art and Urban Resources (IAUR) que se crearía dos años antes. Su
programa Workspace tenía como
objetivo utilizar espacios urbanos en desuso como lugares temporales para
artistas. Este proyecto se inició en un contexto particular de crisis y
parálisis en la construcción de la ciudad, mientras que la sobrepoblación de artistas
existente en Nueva York demandaba nuevos lugares de vida y trabajo. Esta
situación impulsó otras alternativas a los espacios habituales. Los artistas,
fuera de las galerías, exploraron la ciudad iniciando esta singular invasión de
sus espacios inertes. Manhattan se convirtió en materia para sus creaciones, reinterpretada
y manipulada como una gran escultura de roca y ladrillo. La idea en la que se
basó esta organización de arte y espacio urbano, se originó en una exposición
colectiva bajo el Puente de Brooklyn en 1971. Heiss invitó a ciertos artistas
de la comunidad del Soho, como Jeffry Lew, Gordon Matta-Clark, Sol Lewitt o
Tina Girouard, a realizar instalaciones y performances para desvelar el
potencial de esa zona con la celebración del aniversario del puente. En el Brooklyn Bridge Event, el público pudo balancearse
sobre el East River, escalar el puente o construir una casa debajo de él. Tras
este acontecimiento, Heiss, que conocía las precarias circunstancias de sus
compañeros artistas y el estado de obsolescencia urbana de la ciudad, debido a su
trabajo en la Municipal Art Society,
decidió comenzar una búsqueda que conectaría estas dos realidades. El primer
espacio encontrado fue el número 10 de la Calle Bleecker, un edificio
industrial próximo al Soho donde Richar Nonas realizó su primera exposición en
solitario. Otro espacio fue el número 22
de la Calle Reade, la Idea Warehouse destinada
a la performance. El 80th Police Precinct
en Brooklyn fue una comisaría donde una parte de ella se dedicó a actividades
artísticas. Otros proyectos buscaban lugares temporales en calles y plazas. New Urban Landscape se realizó entre
1975 y 1977 en diferentes localizaciones de la ciudad. Las acciones tenían su
propia edición en una serie de periódicos, en los cuales podemos ver como Peter
Taylor Barton redibujaba el perfil de Nueva York con sus manos o Max Neuhaus
realizaba instalaciones sonoras imperceptibles debajo de infraestructuras. El último
espacio adquirido por el IAUR fue el Public School Nº1, un colegio abandonado
en Queens desde 1963. EL PS1 se
inauguró con la exposición Rooms en
1976 donde más de setenta artistas utilizarían el colegio y sus alrededores
para sus intervenciones (cronología basada en la documentación del MoMA PS1
Archive Queens, Nueva York). En 1984 se publicó la primera y última guía urbana
donde se proponían espacios posibles para la actividad artística en los cinco
distritos de Nueva York: Spacesearch (Spacesearch.
A Guide
for Cultural facilities in New York City. The
Cultural Assitance Center. Inc. Nueva York, 1984), en
cuyo comité de asesoramiento estaba Alanna Heiss. La guía contemplaba todos los
lugares posibles de la escultura urbana: auditorios y teatros, jardines,
gimnasios, zoológicos, bibliotecas, tiendas, lofts, cines, calles…
En el día de
la clausura de la Torre del Reloj, la
obra sobre las paredes de la galería pertenecía a Dale Henry, uno de los
artistas que tuvo su estudio allí en 1975 y que participó en la exposición Rooms. Henry, en una carta antes de morir,
había pedido a Alanna Heiss que su última exposición fuera en ese espacio y
bajo su comisariado. Su obra no podía ser vendida o comercializada, era para el
público. Si ella no podía aceptar el compromiso, pedía que su obra fuera
destruida (Dale Henry, The Artist Who
Left New York; Carta y documentación expuesta en la exposición Dale Henry, The Artists Who Left New York. October 29,
2013 - November 23, 2013. Clocktower Gallery, Nueva York). Esta singular
despedida terminaría uniéndose a la celebración de la clausura del propio
espacio. Tras una cesión de cuarenta años, el ayuntamiento lo había vendido a
un promotor de apartamentos de lujo, un final habitual para esta parte de la
ciudad. En este contexto, muchos artistas fueron a rendir homenaje al lugar. Entre
los que pudimos reconocer estaba Robert Janz, repartiendo tímidamente anuncios
de su nueva obra. A sus ochenta años, Janz, que ha trabajado con Heiss en
muchas ocasiones, sigue escribiendo sobre las calles que rodean la galería.
La Torre ha dejado de arrojar luz sobre la
isla y el reloj marca ahora otros tiempos, sin embargo, la búsqueda a la que
perteneció este espacio inició una reflexión sobre arte y ciudad que continua
en la actualidad en otros distritos, como Brooklyn o Queens. Buscar sobre este
territorio fue, en sí mismo, un acto de creación a través de la selección de vacíos,
temporales o permanentes. “Las instalaciones (artísticas) deben vaciar
habitaciones, no llenarlas” (“What is a museum? (1967). A
Dialogue between Allan Kaprow and Robert Smithson”. Robert Smithson: The Collected Writings. P. 43. Ed.
Jack Flam. University of California Press. Berkeley, 1996), de modo que las posibilidades
en ellas se multipliquen. Examinar o investigar el lugar permitió el encuentro
con lo fortuito y lo imperceptible. El artista, con una mirada duchampiana
sobre la ciudad, descubrió y dio valor a ese negativo urbano. Reconoció en la
ausencia, en lo desocupado, un lugar flexible para su ficción, adelantándose en
revelar otra formula para la rehabilitación de la ciudad futura.